Un informe de la Auditoría General de la Ciudad detalló que el Programa 66 de atención a ese sector sufre desde problemas edilicios hasta irregularidades en el servicio de comida.
Un informe realizado por la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires encontró irregularidades tanto en los hogares propios de la Ciudad como los que están bajo convenio. El informe sobre la gestión del Programa 66 de atención a ese sector de la población, llevado adelante por la Dirección local de Niñez y Adolescencia, advierte sobre “gramajes insuficientes” en las porciones y “prácticas inadecuadas de manipulación y almacenamiento” de productos.
“Existe un problema estructural compartido entre los distintos actores que intervienen en la protección de derechos” de niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad advierte el informe. El relevamiento, aprobado el año pasado, describe el estado de situación tanto de los hogares propios del Estado porteño como el de los llamados conveniados, y revela desde problemas edilicios hasta irregularidades en el servicio de comida, que llegan incluso a la observación de cucarachas y alimentos vencidos en las cocinas de algunos locales. Además, indicaron que no existen controles sobre los hogares.
“No hay control, ni norma y/o proceso licitatorio que contemple” el reparto de comida en los centros conveniados, indica la AGC. De hecho, las viandas que llegan a los privados subsidiados por el Gobierno corresponden a una licitación de 2014 que tenía otro objetivo. Dice el informe que la operación “es destinada a la población de las Organizaciones Comunitarias y Centros de Primera Infancia del Ministerio de Desarrollo Social (de la Ciudad) y no para el servicio alimentario de los hogares conveniados del Programa 66 actividad 3”.
En seis de los 11 centros conveniados que fueron visitados se observaron “raciones de almuerzo insuficientes, incumpliendo los requerimientos nutricionales para la población asistida, alimentos vencidos en cuatro sedes y productos sin etiquetar” en 12 hogares. Sobre este último punto, la investigación explica que la falta de identificación impide conocer si está vencido o no el alimento. Entre los productos sin etiquetas aparecieron “leches, tapas de empanadas, yogurt, ravioles de pollo y verdura y pollo eviscerado”.