El prestigioso médico, investigador y profesor que ocupó el cargo de rector de la Universidad de Buenos Aires y difusor de la problemática educativa, fue galardonado en la Legislatura porteña.
“¿No queréis educar a los niños por caridad? ¡Hacedlo por miedo, por precaución, por egoísmo! Movéos, mañana será tarde”, sentenció Guillermo Jaim Etcheverry, tras recibir en la Legislatura porteña la distinción de Ciudadano Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Con esas palabras, el homenajeado parafraseó algo que dijo Domingo F. Sarmiento en 1849, pero a la vez planteó el dramático momento de crisis que vive la educación argentina.
Jaim Etcheverry, a los 76 años de edad, fue declarado Ciudadano Ilustre por la mayoría absoluta de los diputados porteños, por iniciativa de la legisladora Paula Villalba (Vamos Juntos) en coautoría con varios colegas de la misma bancada. Con un acto en el Salón Eva Perón del palacio parlamentario, se le hizo entrega del diploma y la medalla que acreditan esa distinción.
Se trata de un prestigioso médico, científico, profesor, comunicador, investigador, académico y autor de textos de gran repercusión, como su libro “La tragedia educativa” (2002). Se recibió de médico con diploma de honor y pasó por todos los escalones de la Universidad de Buenos Aires, desde estudiante y auxiliar suplente a profesor titular, decano de Medicina y rector de la UBA. Fue también investigador y jefe en el Conicet y cursó postgrados de medicina en Suiza y Estados Unidos.
La diputada Villalba dio la bienvenida al agasajado y a los presentes e hizo referencia a “la noble figura de ciudadano que él encarna, depositario de valores intelectuales y morales, comprometido con la educación”. El Legislador Omar Abboud (VJ) también destacó las calidades de Jaim Etcheverry como “persona relacionada con lo público y con la educación”.
Otros oradores fueron el Secretario de Estado de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, y el actual rector de la UBA, Alberto Barbieri. “Ciudadano es aquel que se ocupa de la res pública y este es un merecido reconocimiento a quien tiene un compromiso ético con la educación pública”, dijo el funcionario nacional. El rector universitario, por su parte, describió a “una persona de valía científica y profesional, pero sobre todo un hombre de bien, defensor de la educación, con compromiso moral y rol de comunicador de nuestra sociedad. Estamos orgullosos de él en la comunidad universitaria”, afirmó.
Entre los asistentes al acto había importantes personalidades de los ámbitos universitario, cultural, político y académico en general. Participaron los legisladores locales (además de los ya mencionados) Lía Rueda, Maximiliano Ferraro, Sol Méndez, Claudio Cingolani, Cecilia Ferrero y Ariel Álvarez Palma.
Las reflexiones del educador
Tras recibir los atributos de Ciudadano Ilustre, Jaim Etcheverry habló y dejó flotando entre los presentes punzantes acotaciones y profundas reflexiones aplaudidas por el calificado público.
Empezó por agradecerle “a los vecinos de la Ciudad, porque uno no se construye solo, lo hacer junto a los demás”, y por eso extendió su gratitud “a los que contribuyeron en mi constante construcción como persona”. Ponderó a sus padres, médico y maestra, que “fueron ejemplo de aquella movilidad social argentina” y dijo ser “heredero de una tradición: la de la escuela del guardapolvo blanco, en cuyas aulas se entretejían los lazos de solidaridad social que cimentaron nuestro crecimiento como sociedad”. En contraposición, se lamentó que hoy existan especies de “escuelas guetos”.
Consideró que la UBA y el Conicet, dos instituciones donde él pudo aprender, enseñar y desarrollarse, “son las genuinas merecedoras de este reconocimiento” que hizo la Legislatura a su persona.
Siempre en búsqueda de alentar y promover la educación, Jaim Etcheverry sostuvo que “las revoluciones políticas más importantes se hacen hoy en los laboratorios tecnológicos, más que en las calles”, no obstante lo cual reivindicó que “también se aprende escuchando, aunque la pedagogía no lo aconseja”. Definió como “milagroso” el acto de poder trasmitir inteligencia y conocimientos mediante la palabra en el aula.
El flamante Ciudadano Ilustre aprovechó la oportunidad para enfatizar el reclamo de apoyo a las universidades y a la investigación científica y tecnológica. Anticipó que su pedido va a lograr la adhesión de todos, pero “sólo declamativa”, porque la UBA -comparó- tiene un presupuesto de 500 millones de dólares anuales, mientras que la Universidad de México dispone de 2.100 millones y la de San Pablo, 1.400 millones de la misma moneda.
“La Argentina tiene en la UBA un gran tesoro que se mantiene vivo por un milagro: el de su gente”, expresó.
Seguidamente, hizo hincapié en “continuar insistiendo en la importancia de la educación, porque de la calidad de las demás personas depende el destino de nosotros”. Y antes de parafrasear a Sarmiento como corolario de su discurso, Jaim Etcheverry sentenció que “la educación es un derecho humano fundamental”.